Por: Jackeline de Guillén
Madre panameña


Quisiera iniciar esta carta haciendo referencia a una persona que es muy importante en mi vida y que a mi edad siento no podría vivir sin ella. Ese ser es una mujer comprensiva, amable y llena de amor; una mujer que a pesar de los tropiezos y dificultades nunca se dejó vencer y ha sabido amar a sus hijos tal como son. Ese ser extraordinario, de inigualable valor, es mi madre.

Tengo 38 años de edad y 20 años de haber adquirido el privilegio más grande que puede tener una mujer, ser madre. Un 24 de febrero de 1996, un médico me dijo que estaba embarazada. Tenía en ese entonces 18 años, no sabía qué pasaría a partir de ese momento, sin embargo, sí sabía que dentro de mí estaba un ser indefenso que debía proteger, ayudar, enseñar y, sobre todo, debía amar, pues era parte de mí. No importaban las interrogantes o los miedos, lo único que importaba a partir de allí era ese ser que crecería dentro de mí y sería mi hijo. Un 17 de noviembre del mismo año nació mi bello hijo y supe que todas mis interrogantes y temores habían quedado en un segundo plano al ver de lo que había sido capaz de hacer con mi amor de madre.

Ese bebé creció y se convirtió en un adulto, logrando alcanzar muchas metas y haciendo realidad muchos sueños en su vida. No obstante, había algo que no le permitía ser completamente feliz, pues siempre lo veía callado, sumiso y sentía que algo le pasaba. Así fue hasta que un día abrió su corazón. Con temor a mi reacción, pero mucha seguridad en sí mismo, me dijo: mamá soy homosexual. Sí, mi hijo es gay y lo digo muy orgullosa porque el ser gay no es algo de lo que haya que avergonzarse, ni los hace diferente. Mi hijo es el mismo que nació de mí y al que vi crecer día tras día. No por el hecho de ser gay dejó de ser mi hijo, ni dejó de recibir mi amor, mi protección, mi ayuda y mi comprensión. Al contrario, mi amor se hizo más fuerte y más grande. Lo respeto, porque sé que no es fácil reconocer ante el mundo quién eres, pero mi hijo sí lo hizo y ahora es completamente feliz pues ya no vive en silencio, ni sumiso, con miedo a mi rechazo. Vive su vida plenamente y con la confianza que lo amo y lo amaré siempre.

A cada madre que pueda leer esta carta les digo, no rechaces a tu hijo o hija por ser homosexual, bisexual o transexual; es tu hijo, es tu hija, más nada importa que solo darle a él o ella esa felicidad completa que está necesitando. Porque si tu hijo es gay y no te lo dice, no se acepta por temor a ti o a la sociedad, y no es completamente feliz. Se tú el motor que él o ella necesita para reconocer su identidad, aceptarse y valorarse como ser humano; no lo taches de ser raro, de que está enfermo o con problemas psicológicos por tener una orientación sexual o identidad de género diferente a la común. Al contrario, ayúdale a sentirse confiado, seguro de sí mismo y, sobre todo, bríndale esa fuerza que necesita cada día para cambiar la mentalidad atrasada de la sociedad en que vivimos actualmente.

Este 8 de diciembre celebra al lado de tu o tus hijos, aceptándolos tal como son y confirma ese legado de que el amor de madre solo uno. ¡Felicidades a todas las madres en su día!

 

 

2 comentarios

  1. Muchas felicidades sra. Jacqueline doble felicitación por ser Madre guerrera y excepcional de un hijo de la Diversidad y estar allí para él cada día de su vida. Mis respetos y espero tener el honor de conocerla algún día!!

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